jueves, 18 de febrero de 2016

Damos todo



Damos todo
Por esos segundos, minutos o horas
En donde nada más importa sino nuestras manos jugando a descubrirse
Damos todo
Por quedarnos viendo esos ojos, reflejo de quién somos,
En la oscuridad de una habitación desbordada de miedos y amor.

Miedo, porque nadie nunca deja de tenerlo cuando se entrega
Amor, porque a pesar del miedo te lanzas de cabeza a querer.

Damos todo
Por esas miradas conectadas mientras nos bebemos una cerveza.
Por esas sonrisas sinceras tan difíciles de olvidar cuando comienza la mañana.
¿Cómo no darlo todo todo el tiempo?
Si en ese instante te elevas queriendo enseñarle a volar como ella a ti.
Hacerle sentir mariposas en el estómago
Sacarle brillo a los ojos
Ponerle nerviosa con una palabra
y terminar loca de los nervios cuando te besa para silenciarte.
Solo puedes abrazarle, dando gracias por hacerte sentir como en casa
Damos todo
Para que no haya palabras
Y se disipen, entre el espacio que nos separa, las dudas.

Damos todo,
Una y otra vez
Nos enamoramos de esos momentos
Los idealizamos,
¿Cómo no idealizarlos?
Si en nuestra memoria no existe recuerdo más simple
Más cálido, más emocionante y perfecto que esa noche,
Que su cabello cayendo entre tus senos, que sus labios rozando lo más cercano de ti.
¿Cómo no idealizar esa noche de besos con sabor a polar negra?
Esas noches haciendo el amor con las notas de Otherside.
Damos todo,
Por quedarnos dormidas abrazadas,
Sin querer la llegada del sol.
La noche siempre es ideal para querer con locura,
El día nos devuelve la cordura, llega la amnesia, y los miedos vuelven a fluir.
Damos todo porque siempre sea de noche
Damos todo porque no llegue el día
Y nos rompan el corazón.


miércoles, 3 de febrero de 2016

Huracán salvador

Me volví difícil de querer
No sé si ha sido por los desastres amorosos o las alarmas de tormenta que terminaron siendo llovizna.

Me volví desconfiada
No sé si han sido las mentiras acumuladas o las medias verdades transformadas en blasfemias.

Me volví complicada
No sé si ha sido la espera o que nunca llegó nadie, o el olvido incompleto de las relaciones fallidas.

Tampoco sé si todas estas transformaciones me hicieron mejor, o si más allá de simple azar es simplemente el proceso de madurez.

Me volví selectiva
Por todas esas promesas de bajar la luna no cumplidas, por esas manos que parecían encajar a la primera e inevitablemente terminaron creciéndoles imperfecciones difíciles de perdonar.

Solo estás madurando, me dijeron.

Y entiendo, me volví difícil de querer, desconfiada, y selectiva porque descubrí desde la soledad lo bonito de querer quedarse con quien no le importa ver la luna de lejos a tu lado, y perdonar lo imperdonable para seguir sosteniendo tu mano.

No llegué a ser impaciente
Con el tiempo aprendí cuan gratificante es quedarse observando, la luna, la noche, el cigarro que se consume como se consume nuestro tiempo,
inevitable, imparable.

He fomentado la tranquilidad de leer un libro entre tus piernas,
en alguna parte, sedientas de silencio, cansadas de tanto ruido.

Después de tanto intentarlo, di pequeños giros de 180 grados,
comencé a tomarte con calma, a respirar profundo tus besos,
a dejar de lado el celular, las interferencias,
a creernos y crearnos todos los días,
volver a ser nosotras, así de cambiadas.

Es cierto, me volví desconfiada, difícil de querer, selectiva y paciente,
sin darme cuenta preparé todos los muebles emocionales para que tú y yo nos queramos en el ahora,
viendo la luna o disfrutando de la llovizna.

Cuando llegaste estaba envuelta en una pasividad crónica, había perdido el alma festiva, las ganas y solo quedaba el deber de levantarme.

Llegaste sonriendo como el huracán más hermoso jamás registrado, no supe qué nombre colocarte.
Llegaste para gritarme verdades sin tabú, enseñándome lo innecesario de esperar por alguien que nunca quiso quedarse.
Llegaste y de repente el aire se volvió soportable.
Llegaste para ser casa, hogar y reafirmando que el amor está en la tormenta, y ésta no necesariamente llega para destruir, sino para salvar.

Desearía congelar todos los momentos junto a ti, hasta el más sencillo, pero congelarte sería tenerte inmóvil, cuerda, fría y la verdad, te quiero libre, alocada y cálida.

Si eso significa dejarte ir,
en algún momento llorar se volverá rutina por unos días,
pero tú seguirás siendo tú: el huracán salvador, la luna de lejos, y la mujer que cumplió todas sus promesas.

martes, 26 de enero de 2016

Sin ti

¿Cuánto es tu miedo a salir? 
¿Es acaso equivalente al temor a enamorarte? 

     El tiempo se escurre entre las rendijas del día. No te veo, pero te imagino después de cada suspiro. Me cuesta no recordar tus labios sobre los míos, empujándoles, obligándoles con malicia a ser más perversos, a no temerle al tiempo y a desperdiciarlo entre caricias sin sentido.

     Y arde, como arden las memorias, cómo arde extrañarte, arde antes de sanar.

     Te quiero... Ver volver entre las hojas del periódico, que irrumpas en mi rutina como un día tumbaste mi determinación a enamorarme.

    Te quiero... Ver regresar con un boleto de llegada y romper el de salida, para no verte partir de nuevo.

     Ven, y sóplame las historias, los cuentos de las aventuras sin mi, hagamos el amor para olvidar los rencores y en la mañana al despertar, nos diremos adiós sin un beso de "hasta luego" pero con la promesa en los ojos de volvernos a querer.

     Por un segundo, ya en la puerta, te rogaré con la mirada "no sueltes mi mano",  sonreirás con confianza, dándome ánimos y quebrarás mis miedos. Te dejaré ir como siempre, para recordarte en cada suspiro, mientras pasa el tiempo...
sin ti.