Me rehusé a seguir escribiéndote después de tu partida.
He intentado esconder en algún sitio lejano de mi memoria todos esos recuerdos en los que estás involucrada.
He querido ser piedra, no sentir, no anhelar, no querer, no recordar.
En las noches, es peor, el recuerdo de tus besos sigue emergiendo, llegas con tus miradas tiernas, tu olor me invade y tus manos jugan a encontrar las mias como tantas veces lo hicieron, estás tan hermosa como siempre, me abrazas como si la existencia del mundo dependiera de manternernos juntas y me susurras en el oído un “quiero quedarme así toda la vida”.
Tan fielmente estás grabada en mi cabeza que por un segundo lo olvido, no eres real, no estás en mi cama, y no quieres mi regreso en la tuya.
Luego te esfumas, desapareces, dejando pequeños vacíos en mi cordura. Entiendo, solo son recuerdos que coso cuando estoy muy cansada para seguir manteniendo los muros arriba, para seguir siendo una piedra.
Es de noche
por favor
entiende
hoy tantas cosas te han traído a mi cabeza que los muros se han desmoronado solos.
Mi corazón masoquista ha querido rememorarte.
Es él quien te escribe
yo
sigo en mi intento de borrarte de su historial.